El sistema de transporte más limpio es la bicicleta. No
emite ningún gas contaminante ni supone ningún gasto energético salvo el del
propio usuario. Además, es beneficioso para la salud. La bicicleta está de moda
y hay modelos para todos los gustos. Sin embargo, Matt Hope, un artista que
vive en Pekín, no encontró ninguno que le satisfaciera y decidió diseñar su
propia bicicleta. En este caso, una bicicleta que, además de permitir el
desplazamiento no contaminante, filtra el aire. Una bici perfecta para Pekín.
Respirar aire en Pekín es como fumar un paquete de
cigarrillos al día. Matt Hope no está dispuesto a pasar por eso. Ni a
contaminar una ciudad que ya está bastante contaminada. Así, ha instalado un
sistema de filtrado de aire en la parte de atrás de su bicicleta.
El filtro de aire se ubica en la parte trasera de la
bicicleta y ha sido fabricado con pequeño contenedor de basura y algunos
materiales reutilizados. Este sistema de filtración de aire es alimentado por
la energía que produce el propio piloto al pedalear, de forma similar al
sistema de pedaleo asistido de las bicicletas eléctricas. El aire, una vez
limpio, es continuamente bombeado, a través de tubos acoplados al bastidor,
hasta las vías respiratorias del ciclista mediante una máscara de piloto de
combate.
Hope llama a su creación, híbrido entre medio de transporte
y obra de arte de denuncia, la “bicicleta respiratoria”. Pero avisa: en una
ciudad que no tenga un aire tan contaminado, si hay una tormenta, el ciclista
podría terminar electrocutado. Es un proyecto que quiere llamar la atención
sobre el exceso de polución del aire en Pekín.
Carbón y tráfico
Pekín, una bicicleta que filtra el aire
En dicha ciudad, cada vez más personas compran máscaras
baratas para andar por la calle (no muy efectivas) y filtros de aire para sus
casas. Pero la solución está en actuar sobre el origen de la contaminación: la
combustión de carbón, las chimeneas de industrias y fábricas y el creciente
tráfico de coches. Sólo este año, habrá 20 millones de automóviles nuevos en
las calles. Según Greenpeace, si no disminuye radicalmente el uso del carbón,
Pekín seguirá con este grave problema.