Margaret Domínguez nunca imaginó que a los 27 años formaría parte de la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA), por sus siglas en inglés. Sin embargo en los últimos años ha colaborado en las misiones espaciales del Telescopio James Webb.
Experiencia con el telescopio James Webb
En
unos meses más, la física poblana concluirá el postgrado que actualmente cursa
como becaria en la Universidad de Arizona y se incorporará de tiempo completo
como colaboradora de la NASA.
La
historia de la joven poblana destaca por el esfuerzo personal y el de toda su
familia para salir adelante.
Durante
la infancia, en su municipio natal, Tecamachalco -ubicado en la zona centro del
estado de Puebla- Margaret y sus tres hermanas ayudaban a su madre, María
Rodríguez, con la venta de panquecillos para fortalecer la economía familiar.
Mientras
tanto, su padre procuró el sustento y la educación con la crianza de cerdos,
conejos y otros animales de granja, actividad que les permitió salir avante.
En
el historial académico de Margaret hay anécdotas que predijeron tempranamente
un futuro prometedor, como una mañana que en la escuela primaria entró una
maestra y la sacó de clase para que fuera a un concurso regional sobre
conocimientos. Sin haber estudiado resultó ganadora y la premiaron con una
computadora.
Durante
su visita a Puebla, la joven recuerda con orgullo su lugar de origen y relata
cómo es que logró ingresar a la NASA (National Aeronautics and Space
Administration).
Todo
comenzó en febrero de 2008, cuando con otros compañeros organizó el II Congreso
Nacional Universitario de Física en la Universidad de las Américas Puebla
(Udlap) -su alma máter- e invitaron a diferentes ponentes.
Entre
los congresistas, destacó el director del departamento de Astronomía del Centro
de Aviación Espacial Goddard, Jonathan Gardner, quien la invitó a postularse
para realizar prácticas profesionales en la NASA.
El
sólo hecho de escuchar ese nombre le asombraba y no creyó posible ingresar,
pero envió sus datos. El mismo verano de 2008 fue aceptada y trabajó durante 10
semanas. Posteriormente retornó en 2009 y durante los últimos cuatro años
labora por periodos de 8 a 13 semanas, pues el resto del año estudia el
postgrado en Arizona.
En
mayo cuando concluya el postgrado trabajará fijamente en la NASA y elaborará su
tesis doctoral, como parte de los requisitos de la organización.
Para
Margaret, todo ha pasado rápido pero con base en mucho esfuerzo académico,
profesional y personal. Su satisfacción es que forma parte del reducido número
de mexicanos que trabajan en NASA.
"No
conozco a ningún otro poblano, cuando llegué buscaba algún poblano, yo buscaba
otros mexicanos, serán como cinco o menos mexicanos, pero no poblanos. Ha sido
increíble".
Cuestionada
sobre la fuga de cerebros, Margaret admite que lamentablemente en el país no
hay la suficiente difusión de programas de becas u oportunidades laborales para
quienes apostaron por la ciencia.
Sin
embargo, está comprometida a volver a México, en el largo plazo, para
recompensar a su nación pues nació y estudió aquí.
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