Los altos niveles de la hormona del estrés cortisol pueden contribuir a la aversión al riesgo y un pesimismo irracional encontrado entre los banqueros y gestores de fondos durante las crisis financieras, según plantea un nuevo estudio publicado este lunes en 'Proceedings of the National Academy of Sciences'. Sus investigadores sugieren que el estrés podría ser una causa poco valorada de la inestabilidad del mercado.
Los autores del trabajo dicen que las personas que deciden sobre la toma de riesgos en el mundo financiero muestran un comportamiento de aversión al riesgo durante periodos de extrema volatilidad del mercado, justo cuando un mercado se estrella y más necesita que se tomen riesgos, y que este cambio en su apetito por el riesgo podría ser impulsado fisiológicamente, específicamente por la respuesta del cuerpo al cortisol.
El trabajo, realizado en la 'Judge Business School' y el Departamento de Medicina del Instituto de Ciencia Metabólica de la Universidad de Cambridge, en Reino Unido, es el primero en demostrar que las preferencias personales por riesgos financieros fluctúan considerablemente y que estas fluctuaciones pueden vincularse a la respuesta hormonal.
El hallazgo podría alterar fundamentalmente nuestra comprensión de los riesgos que, hasta ahora, casi todos los modelos financieros y económicos, incluso aquellos que utilizan los bancos y sus centrales, se basa en la suposición de que las preferencias personales de riesgo de los agentes permanecen consistentes durante el ciclo del mercado, señalan los autores.
En un estudio previo llevado a cabo en agentes financieros reales en la ciudad de Londres, los investigadores observaron que los niveles de cortisol se elevaron un 68 por ciento en un periodo de dos semanas, cuando la volatilidad del mercado aumentó. En el último estudio que combinan el trabajo de campo con el trabajo de laboratorio , un enfoque poco común en la economía, para la prueba de los efectos de esta cortisol elevado en la toma de riesgos financieros.
Los investigadores administraron hidrocortisona, la forma farmacéutica de cortisol, a 36 voluntarios, 20 hombres y 16 mujeres, con edades de entre 20 a 36 años durante un periodo de ocho días, elevando sus niveles de cortisol un 69 por ciento: casi exactamente los niveles observados en los agentes.
Los voluntarios participaron en tareas de toma de riesgos financieros, de forma que mientras los picos iniciales de cortisol tenían poco efecto en el comportamiento, los niveles crónicamente altos y sostenidos, como sucede en este tipo de profesionales, condujo a una dramática caída de la voluntad de asumir riesgos en los participantes, con una caía del 44 por ciento de la 'prima de riesgo', la cantidad de riesgo adicional que alguien tolera por la posibilidad de un mayor retorno.
"Cualquier agnte sabe que los mercados llevan su cuerpo a una montaña rusa. Lo que no conocíamos hasta este estudio es que estos cambios fisiológicos, los niveles subclínicos de estrés de los que apenas somos conscientes y que, en realidad, están alterando nuestra capacidad de asumir riesgos", subraya el doctor John Coates, coautor principal del estudio de la 'Judge Business School' de Cambridge y exagente de Wall Street. "Es aterrador darse cuenta de que nadie en el mundo financiero sabe que se producen estos cambios subterráneos en el apetito de riesgo", agrega.
El cortisol es una hormona secretada por las glándulas suprarrenales en respuesta a los momentos de mucho estrés físico, como una pelea o una huida, y aumenta con fuerza en situaciones de incertidumbre, como la volatilidad de los mercados financieros. Esta hormona prepara al cuerpo para una posible acción liberando la glucosa y ácidos grasos en la sangre y también suprime funciones corporales que no son necesarias durante una crisis, como digestiva, reproductiva e inmunológica.
Sin embargo, si este estrés se convierte en crónico, como puede ser durante una crisis financiera prolongada, el cortisol elevado puede contribuir a problemas de aprendizaje, aumento de la ansiedad y, con el tiempo, depresión. El presente estudio ha demostrado que, además de estas patologías conocidas, el estrés crónico también puede conducir a una disminución sustancial en la voluntad de asumir riesgos financieros, destacan los investigadores.
También sugieren que un efecto secundario insospechado de tratamientos antiinflamatorios como la prednisona puede ser la aversión al riesgo financiero. Los autores del estudio también buscaron diferencias entre hombres y mujeres, que no aparecieron en situaciones normales pero sí cuando se exponen a niveles elevados de cortisol: los hombres dan demasiada importancia a los riesgos más pequeños mientras que las mujeres no lo hicieron.
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