La misión internacional Cassini ha descubierto una enorme nube tóxica sobre el polo sur de la mayor luna de Saturno, Titán, formada tras un dramático enfriamiento de su atmósfera.
Gracias a los datos recogidos por esta misión, los científicos han podido determinar que este gran vórtice polar contiene partículas congeladas de un compuesto tóxico conocido como ácido cianhídrico (HCN). “Este hallazgo indica que la atmósfera del hemisferio sur de Titán se está enfriando mucho más rápido de lo que cabría esperar”, explica Remco de Kok, del Observatorio de Leiden y del Instituto Neerlandés de Investigación Espacial, SRON, autor principal del estudio publicado en Nature.
Al contrario que el resto de lunas de nuestro Sistema Solar, Titán está envuelto en una densa atmósfera compuesta fundamentalmente de nitrógeno, con pequeñas cantidades de metano y de otros gases traza. Titán se encuentra diez veces más lejos del Sol que la Tierra, y sus bajas temperaturas provocan una ‘lluvia’ de metano y de otros hidrocarburos que fluyen en su superficie formando ríos y lagos.
En Titán también hay estaciones a lo largo de los 29 años que tarda en completar una vuelta alrededor del Sol junto a Saturno. Cada una de sus cuatro estaciones dura unos siete años terrestres, y el último cambio estacional tuvo lugar en 2009, cuando el hemisferio sur pasó de verano a otoño. En mayo de 2012 las imágenes de la sonda Cassini desvelaron un inmenso torbellino de varios cientos de kilómetros de diámetro que se estaba empezando a formar sobre el polo sur.
La formación de este gran vórtice polar parece estar asociada con el cambio de estación, cuando grandes masas de gas calentadas por la luz solar durante la primavera septentrional se desplazan hacia el hemisferio sur. Un dato desconcertante sobre este remolino es su gran altitud: se encuentra a unos 300 kilómetros sobre la superficie de Titán, donde los científicos pensaban que haría demasiado calor para que se formasen este tipo de nubes.
“Sinceramente, no esperábamos encontrar una nube tan grande a semejante altitud”, confiesa Remco. Ansiosos por comprender por qué se había formado esta nube tan misteriosa, los científicos empezaron a analizar el vasto archivo de datos de la misión Cassini. Tras un minucioso escrutinio, encontraron una pista fundamental en el espectro de la luz solar reflejada por la atmósfera de Titán.
Un espectro separa la luz reflejada por un cuerpo celeste en sus colores constitutivos, desvelando las huellas de los elementos y las moléculas presentes. El Espectrómetro en las bandas de la luz Visible e Infrarroja de Cassini (VIMS) toma este tipo de medidas en distintos puntos de la geografía de Titán, cartografiando la distribución de compuestos químicos en la atmósfera y en la superficie de esta gran luna.
“La luz procedente del vórtice polar mostraba un rasgo completamente diferente a la de otras regiones de la atmósfera de Titán”, explica Remco de Kok. “Aquí se podía ver claramente la huella de moléculas congeladas de ácido cianhídrico”. La formación de este gran vórtice polar parece estar asociada con el cambio de estación, cuando grandes masas de gas calentadas por la luz solar durante la primavera septentrional se desplazan hacia el hemisferio sur.
Un dato desconcertante sobre este remolino es su gran altitud: se encuentra a unos 300 kilómetros sobre la superficie de Titán, donde los científicos pensaban que haría demasiado calor para que se formasen este tipo de nubes. “Sinceramente, no esperábamos encontrar una nube tan grande a semejante altitud”, confiesa Remco.
Ansiosos por comprender por qué se había formado esta nube tan misteriosa, los científicos empezaron a analizar el vasto archivo de datos de la misión Cassini. Tras un minucioso escrutinio, encontraron una pista fundamental en el espectro de la luz solar reflejada por la atmósfera de Titán.
Un espectro separa la luz reflejada por un cuerpo celeste en sus colores constitutivos, desvelando las huellas de los elementos y las moléculas presentes. El Espectrómetro en las bandas de la luz Visible e Infrarroja de Cassini (VIMS) toma este tipo de medidas en distintos puntos de la geografía de Titán, cartografiando la distribución de compuestos químicos en la atmósfera y en la superficie de esta gran luna.
“La luz procedente del vórtice polar mostraba un rasgo completamente diferente a la de otras regiones de la atmósfera de Titán”, explica Remco de Kok. “Aquí se podía ver claramente la huella de moléculas congeladas de ácido cianhídrico”.